surge con otros géneros que cumplen distintas funciones, además de la puramente estética.
La prosa nació, de esta manera, para permitir una comunicación más directa y práctica a la hora de escribir textos que debieran ser fijados por escrito y leídos de esa misma manera. En general, este tipo de textos estaban casi siempre relacionados con el estudio y el conocimiento, ya sea científico o filosófico. Es decir, la prosa se utilizaba cuando el objetivo de la obra no era generar placer estético sino perpetuar el conocimiento adquirido en una determinada materia.
Géneros en prosa
Aunque los primeros filósofos escribieron en verso, los grandes pensadores griegos utilizaron la prosa, excepto Sócrates, que no escribió obra alguna, pero cuyo pensamiento nos ha llegado gracias a la obra de sus discípulos, principalmente de Platón (428-347 a.C.), quien cuidó mucho la forma de sus diálogos filosóficos (Fedón, El banquete, La República) y recurrió a menudo a mitos para sus explicaciones. Aristóteles (384-322 a.C.) compuso la Poética, un tratado literario muy influyente tanto en la Antigüedad clásica como en la Edad Media y la Edad Moderna.
La filosofía fue sin duda la primera gran aliada de la prosa. Si bien los primeros filósofos (los presocráticos) habían utilizado el verso, y aunque Sócrates no llegó a escribir ninguna obra, Platón y Aristóteles sí fueron escritores prolíficos, y siempre recurrieron a la prosa para argumentar sus idearios filosóficos. Hipócrates, por su parte, es el padre de la medicina y el ejemplo perfecto de la prosa científica griega, que legó a la posteridad en su Corpus Hippocraticum.
Otro género que se valió de la prosa fue el de la oratoria, o el de los consejos a los políticos que debieran ganarse en público, por medio de los discursos, el favor de sus ciudadanos. Particularmente importante en las ciudades, como Atenas, donde se desarrollaron las formas de gobierno democráticas. Demóstenes fue tal vez el escritor de discursos más reputado de Atenas, y sus famosas Filípicas, arengas contra Filipo de Macedonia, su obra más conocida.
La historiografía tuvo con Heródoto a su fundador, y como los demás autores que venimos estudiando en este artículo, Heródoto también escribió en prosa sus nueve libros de historia, que eran más bien un informe de sus viajes por los distintos pueblos del Mediterráneo. Más disciplinado y más estrictamente historiador fue Tucídides, que dotó a sus escritos de una concepción realista en su gran obra, Historia de la guerra del Peloponeso, donde analizaba las causas y consecuencia de la guerra con auténtico rigor historiográfico.
Por último, las fábulas fueron otro género que se valió de la prosa. Relatos breves, de origen popular, que se empleaban para realizar algún tipo de enseñanza moral, y que aún hoy perduran en la literatura infantil. Esopo fue el gran autor de este tipo de género.
Tratados científicos:
Hipócrates (s. V a.C.), famoso médico, está considerado el padre de la medicina, a la que dio una fundamentación científica. Se le atribuyen numerosos escritos, que constituyen el Corpus Hippocraticum y que abordan diversas disciplinas médicas, así como otras cuestiones relativas a la ciencia y la profesión médica, como el famoso juramento hipocrático (una especie de código ético del ejercicio de la medicina).
Oratoria:
El arte del discurso político o judicial adquiere gran importancia a partir de la democracia ateniense, ya que los ciudadanos tienen la posibilidad de expresarse y discutir en las asambleas públicas. Entre sus principales representantes se cuentan: Lisias (s. V a.C.), orador que se especializó en escribir discursos por encargo para ser pronunciados ante los tribunales, y Demóstenes (s. IV a.C.), orador político que tuvo una intervención muy destacada para mantener la independencia política de Atenas frente al rey Filipo de Macedonia. Contra Filipo escribió sus famosas arengas, llamadas Filípicas, que influyeron decisivamente en los atenienses contra el poder macedonio.
Historia
Herodoto (484-424 a.C.), llamado «padre de la Historia» por aplicar a la historiografía criterios científicos, escribió su Historia en nueve libros, donde recogió la crónica de los países vecinos de Grecia (Persia, Egipto, etc.) y concluyó narrando las guerras entre griegos y persas. Es un gran narrador, claro, ameno y a veces pintoresco, que recoge leyendas y sucesos recopilados en sus viajes.
El otro gran historiador griego fue Tucídides (465-395 a.C.). Al contrario que Herodoto, tuvo una concepción realista de la historia, rechazando lo legendario y las intervenciones divinas en los acontecimientos. Su Historia de la guerra del Peloponesodetalla en ocho libros y con gran rigor y exactitud la larga contienda que enfrentó a atenienses y espartanos durante veintisiete años.
Fábulas:
Las fábulas son breves relatos de origen popular con enseñanza moral protagonizados por animales. A Esopo, personaje probablemente legendario, se le considera el creador de este género. En el siglo V a.C. circulaban por Atenas muchas de estas fábulas, llamadas esópicas, que fueron recogidas y publicadas por el político, filósofo y orador ateniense Demetrio de Falero en el siglo IV a.C.
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