Como en tantas otras manifestaciones de la creatividad (léase literatura, p. ej.) también el arte romano paga su servidumbre al arte griego, pero con unos rasgos propios y unas características originales que lo individualizan claramente y en muchos aspectos lo diferencian inequívocamente de aquél.
Arquitectura romana
Características generales:
La arquitectura romana se distingue por su carácter utilitario (consecuencia del espíritu práctico del pueblo romano), por su monumentalidad y solidez, y por el empleo sistemático del arco y la bóveda.
El arco empleado por los romanos es el de medio punto. En cuanto a la bóveda, se usa la de medio cañón, la de aristas, e incluso la cúpula. Los sistemas abovedados romanos, de proporciones gigantescas y presiones laterales igualmente considerables, exigen unos muros extraordinariamente gruesos, que contribuyen a ese efecto de grandiosidad tan típico en sus monumentos. Los muros y las pilastras, de gran grosor, son los elementos fundamentales de sustentación. La columna tiene más que nada un valor decorativo.
Como materiales de construcción los romanos emplean la piedra, el hormigón y el ladrillo. Unas veces se servían de piedras irregulares, cogidas con mortero (opus incertum); es la mampostería. También les daban forma de pirámide de base cuadrada, con lo cual, al embutirlas en la pared con los lados cuadrados hacia fuera y dispuestos diagonalmente, se formaba una especie de retícula (opus reticulatum). Pero el aparejo de sillares (opus quadratum) es el más importante; a veces los sillares presentan la cara externa con una convexidad, que les da un aspecto decorativo, es el llamado sillar almohadillado. El hormigón (opus caementicium) se construía con una mezcla de agua, arena, cal y guijarros, determinando al secarse una masa sólida, indestructible; se empleaba especialmente para las bóvedas. El ladrillo (opus testaceum o latericium) constaba de grandes piezas rectangulares y de poco grosor. El opus mixtum, propio del bajo Imperio, consistía en disponer capas alternadas de ladrillo y piedra, con armonioso contraste de color.
En cuanto al estilo, los romanos adoptan los órdenes griegos, aunque introduciendo en ellos importantes novedades. Así crean el orden toscano, derivado del dórico griego. Consta este orden de una basa formada por un grueso toro que descansa sobre el plinto; el fuste es liso, con éntasis, el capitel va precedido por un astrágalo (un toro diminuto) y está formado por un breve cuerpo cilíndrico o collarino, un equino y un ábaco cuadrado coronado por un listel. El capitel jónico romano presenta las volutas colgantes y dispuestas diagonalmente. Igual disposición tienen las volutas en el capitel corintio, cuyas hojas de acanto ofrecen un perfil muy rizado. Los romanos crean además el orden compuesto, resultado de la fusión entre el jónico y el corintio. El capitel compuesto ofrece las hojas de acanto del estilo corintio, pero tiene además sendas hileras de ovas y perlas y las grandes volutas tomadas del jónico. Con frecuencia estos órdenes son utilizados en un mismo edificio "superpuestos" (en el piso más bajo, el toscano, en el del medio, el jónico, y en el superior, el corintio).
Construcciones religiosas
* Templos: el templo romano deriva del etrusco, al que se suman influencias griegas. Tiene generalmente planta rectangular, se levanta sobre un podium o basamento con escalinata de acceso sólo por la fachada anterior. De ordinario es un templo próstilo (precedido de un pórtico con columnas) y pseudoperíptero (con columnas adosadas en los lados mayores). El tímpano carece de esculturas. De este tipo son el de la Fortuna Viril en Roma (jónico), entre los más antiguos, y la Maison Carrée de Nimes (corintio), de tiempos de Augusto. Otro tipo es el de planta circular, como el de Vesta en Roma y el Panteón, también en Roma, templo dedicado a todos los dioses, que se cubre con inmensa cúpula de media naranja decorada con casetones y en cuyo centro se abre una gran claraboya.
* Tumbas: en las incineraciones se adopta el tipo de columbario, con pequeños nichos, semicirculares o rectangulares, para guardar las cenizas. En los sepulcros los hay de los tipos más diversos: en forma de templo es el de Fabara (Zaragoza); de templete helenístico, de dos cuerpos, el inferior cuadrado y el superior circular, es la tumba de los Julios, en Saint-Remy; en forma de torre, el de los Escipiones, en Tarragona; en forma de pirámide, el de Caio Cestio, en Roma. El tipo imperial, como el gran mausoleo de Adriano, adopta la forma circular.
Construcciones urbanas
* La casa: consta de un gran atrio con abertura en lo alto (compluvium), por donde entra el agua de la lluvia que es recogida en el impluvium (especie de estanque abierto en el suelo). Al atrio dan las habitaciones laterales, y al fondo, la sala de recepción (tablinum), a la que se añadieron el comedor (triclinium) y un patio con columnas en torno (peristylium), aparte de otras habitaciones accesorias. Ésta es la "domus" o vivienda particular, señorial, de un solo piso. Pero en la ciudad predomina la casa de alquiler o "insula", que consta de varios pisos y presenta a la calle numerosos balcones y ventanas.
El palacio imperial: deriva del tipo de la domus, aunque ampliado y alterado por sus necesidades específicas.
* Basílicas: destinadas a la administración de justicia y tratos comerciales, son edificios de planta rectangular, generalmente de tres naves, separadas por columnas, la central más alta que las laterales, con ábside semicircular en la cabecera, y cubierta plana de madera o con bóveda: basílica de Constancio en Roma.
* Termas: además de baños públicos eran un lugar de reunión y recreo de la sociedad romana. Las dependencias esenciales de cualquier terma son: el vestuario o apodyterium, sala de baño frío o frigidarium, sala de baño tibio o tepidarium y sala de baño caliente o caldarium. Además solían tener salas de tertulia, bibliotecas, palestras (gimnasio) o patios descubiertos para ejercicios físicos – termas de Caracalla y de Diocleciano en Roma -.
* El foro: es el centro de la ciudad romana, donde se cruzan sus dos calles principales (cardo y decumanus); es la parte más monumental de la ciudad, en torno a la que se alzan los principales edificios públicos (templos, basílicas, etc.).
Edificios para espectáculos
- Teatros: destinados a las representaciones dramáticas, son edificios de planta semicircular, construidos sobre galerías abovedadas y no aprovechando el declive del terreno. Constan de cavea o graderío para el público, dividida en tres sectores: ima, media y summa cavea; orchestra, semicircular, para las autoridades; y scaena, escena monumental, tan alta como la cavea, concebida como fachada con puertas, decorada con estatuas y columnas, y delante, el espacio para la representación, con una zona límite -el proscenium-, que la separa de la orchestra. Cabe destacar el teatro Marcelo en Roma y los de Mérida y Sagunto en España.
- Anfiteatros: de planta elíptica, consisten en un doble teatro, como en realidad indica su nombre, con la cavea continua y dividida, como en los teatros, en tres anillos, ima, media y summa cavea, y arena en el centro, con foso y construcciones subterráneas para los luchadores y las fieras. En los anfiteatros tenían lugar las luchas de gladiadores y las luchas con fieras. El Coliseo o Anfiteatro Flavio en Roma es el más famoso.
- Circos: destinados a las carreras de carros, son construcciones de planta oblonga, es decir, estrecha y larga, también con graderío alrededor. En el centro de su arena se alza la spina, especie de muro de poca altura, adornado con estatuas y pequeños monumentos, en torno a la cual se realizaba la carrera. Terminan en semicírculo por uno de sus lados, y por el otro en un arco de círculo. Destacan el de Majencio en Roma y el de Mérida en España.
Monumentos conmemorativos
- Arcos de triunfo: se erigían en el foro o en las vías de acceso a las ciudades. Pueden distinguirse varios tipos: arcos sencillos, de un solo hueco que se abre en un macizo arquitectónico, flanqueado por columnas o pilastras adosadas, y coronado por un entablamento y ático con inscripción, como el de Tito, en Roma, y el de Trajano, en Benevento. De tres huecos, más alto el central, como el de Constantino, en Roma, y el de Medinaceli, en Soria. Otros tienen forma de templete, con un arco en cada frente, como el de Caracalla, en Tebessa.
- Columnas conmemorativas: se erigían en el foro y se decoraban con relieves alusivos al motivo de su erección, coronadas por la estatua en bronce del emperador: columna de Trajano, en Roma.
Ingeniería
Vías militares o calzadas: enlazaban las diversas regiones del Imperio y facilitaban el movimiento de las legiones de un lugar a otro, propiciando el mantenimiento de la unidad romana y favoreciendo el comercio y las intercomunicaciones regionales. Estaban jalonadas por miliarios, piedras cilíndricas con inscripciones indicativas: la Vía de la Plata, que comunicaba Astorga con Mérida, o la Vía Augusta, que iba desde los Pirineos hasta Cádiz.
Puentes: para salvar los accidentes geográficos o cruzar ríos, se construían puentes de uno o varios ojos, utilizando siempre la técnica de la bóveda, algunos de gran altura, como el de Alcántara (Cáceres) o de extraordinaria longitud, como el de Mérida.
Acueductos: conducían el agua desde los pantanos hasta la ciudad. Estaban formados por varias series de arquerías superpuestas sobre las que iban los canales al descubierto: el de Segovia y el de Pont du Gard, en Nimes.
Puertos, como el de Ampurias y faros, como la reconstruida Torre de Hércules de La Coruña.
Campamentos militares: parejos en su trazado a las ciudades, tenían forma cuadrada o rectangular y estaban divididos por dos calles: la via principalis, de norte a sur, y la via decumana, de este a oeste. Estas calles daban lugar a las cuatro puertas: praetoria, decumana, principalis dextra y principalis sinistra.
Escultura romana
El retrato
El retrato tiene sus precedentes en el arte etrusco y a su realismo contribuyó también la costumbre romana de conservar en los atrios de las casas las mascarillas de cera de los antepasados.
Entre los innumerables retratos romanos destacan los de los emperadores. Los tipos son uniformes: se los representa bien como general victorioso, con atuendo militar (statua thoracata), bien como persona civil, con toga (statua togata), bien como un dios, semidesnudo (estatua apoteósica). Por ejemplo, el retrato de Augusto de Prima Porta, como general victorioso, o el de Claudio con el águila de Júpiter al pie, ambos retratos de cuerpo entero. Del tipo de estatua ecuestre, ha de recordarse la de Marco Aurelio, en bronce, que se alza en la plaza del Capitolio.
También se esculpen bustos. En época republicana y de Augusto representan cabeza y cuello, por ejemplo los retratos de Pompeyo, Julio César y Cicerón. Posteriormente el busto se prolonga, así en el siglo II incluye todo el pecho y el arranque de los brazos, como los retratos de Adriano y de Antinoo (esclavo muy apreciado por Adriano), o el de Cómodo divinizado como Hércules, de medio cuerpo y con brazos.
En cuanto a la forma de llevar el cabello, el peinado bajo con pequeños mechones irregularmente dispuestos sobre la frente perdura hasta Trajano. A partir de Adriano y sobre todo bajo los Antoninos, se generaliza el uso de la barba, se trabaja el pelo y la barba, de largos rizos, con el trépano, buscando efectos de claroscuro y se excavan el iris y la pupila de los ojos. Con los Severos la barba se recorta y se acentúa la profundidad de latalla a trépano en los cabellos. Posteriormente el pelo es tratado someramente con algunos toques de cincel, cuidando sólo el efecto de conjunto y al mismo tiempo se pierde el sentido de la proporción y se tiende a hacer cabezas descomunales, frontales, con expresión fija de un cierto sabor trágico, como la colosal cabeza – cerca de dos metros y medio – de Constantino el Grande.
El retrato femenino de la época de Augusto es de peinado bajo, con raya en el centro y muy ondulado o rizado a los lados, como el retrato de Minatia Pola del Museo de las Termas. En el último tercio del siglo I, bajo los Flavios, Julia, la hija de Tito, impone un peinado rizado a manera de nimbo en torno a la parte superior del rostro, moda que persiste hasta Trajano, como lo atestiguan los retratos de la mujer y la hermana de éste, Marciana y Plotina. A mediados del siglo II, con la mujer de Marco Aurelio, Faustina la Joven, el peinado baja de nuevo, formando grandes ondas y se recoge en la nuca en un moño, o se eleva después en forma de trenza. El peinado bajo, a fines del siglo y comienzos del siguiente, continúa descendiendo en sus caídas cada vez más hasta cubrir las orejas.
El relieve histórico
El relieve histórico evoca un hecho determinado (una ceremonia religiosa, una victoria militar, etc.).
Obra maestra del arte romano son los relieves del Ara Pacis de Augusto, solemne procesión de magistrados, sacerdotes, senadores y miembros de la familia imperial, dispuestos en dos planos de distinto saliente, medio-relieve el primero y relieve plano el segundo; para introducir variedad, unas figuras andan, otras permanecen quietas, las cabezas se hallan en todas las posiciones (de frente, de perfil, de espaldas, en tres cuartos); elrealismo se hace aún anécdota, como en el caso de la matrona que se lleva el dedo a los labios imponiendo silencio a los niños, que con sus gestos infantiles y su sonrisa ponen la nota alegre en el desfile.
En los relieves del Arco de Tito, en Roma, erigido para conmemorar su triunfo sobre los judíos, encontramos dos escenas, la del desfile del emperador en su cuadriga guiada por Roma y coronado por la Victoria después de la destrucción de Jerusalén, y el transporte del candelabro de los siete brazos convertido en botín de guerra. El escalonamiento de planos de mayor a menor relieve, empleado ya en el Ara Pacis, es aquí mucho más sabio.
La obra más importante entre los relieves históricos es la constituida por la decoración de la Columna Trajana, en el Foro romano, erigida con motivo de su campaña contra los dacios. Los relieves se desarrollan en espiral, en derredor del fuste de la columna, y en ellos se ven escenas de lucha, de campamentos, pasos de ríos, etc.
Análoga a la Columna trajana es la Columna de Marco Aurelio, en la plaza Colonna en Roma, en la que se narran las campañas de Marco Aurelio contra los sármatas y los germanos. Está ejecutada con una talla más profunda, pero se percibe un decaimiento de fuerzas artísticas, como en los relieves del Arco de Constantino, en Roma, en recuerdo de su victoria sobre Majencio.
Pintura romana
Se cultivó sobre todo la pintura al fresco para decorar las habitaciones de las casas. Las mejores manifestaciones pictóricas que han llegado a nosotros y nos permiten seguir su evolución, son los frescos de Pompeya, en los que se distinguen cuatro estilos: el primer estilo o de incrustación comprende el siglo II y el primer tercio del siglo I a.C., imita los revestimientos de mármoles polícromos embutidos en las paredes de las casa romanas (pinturas de la Casa del Fauno); el segundo estilo o arquitectónico, del 70 a.C. al 14 d.C., finge una estructura arquitectónica, así en él juegan un papel importante elementos de arquitectura, tales como columnas, dinteles, frontones, de proporciones un tanto libres, pero que, sin embargo, podrían construirse, y en los recuadros se pintan temas mitológicos, bellos huertos o bodegones (pinturas de la Villa de los Misterios); el tercer estilo u ornamental, corresponde a la primera mitad del siglo I d.C., deriva del segundo estilo, pero los miembros arquitectónicos se adelgazan, reduciéndose a un esquema fantástico y decorativo, como repujados en metal, y el muro, muy extenso, ofrece campo amplio para la pintura de grandes temas, donde la figura humana ocupa un lugar preeminente, destacando también los frisos decorados con figuras de niños y amores (pinturas de la Casa de los Vetios); el cuarto estilo o del ilusionismo arquitectónico, corresponde a la segunda mitad del siglo I d.C., imita las decoraciones teatrales y en él se vuelve a una arquitectura que puede ser real como la del estilo arquitectónico, pero procurando crear por medio de la perspectiva grandes efectos escenográficos, con múltiples términos, y cortinajes en primer plano, busca lograr una ilusión del espacio (pinturas de la casa Áurea de Nerón en Roma).
Mosaico romano
La técnica del mosaico, de origen oriental, fue ampliamente utilizada por los romanos para la decoración de muros y sobre todo de pavimentos. Las técnicas son diversas: el opus signinum, formado por pedacillos de barro cocido incrustados sobre cemento; el opus sectile, a base de losetas combinadas de mármoles de diversos colores, formando con ellas motivos geométricos; pero el más rico y más empleado es el opus tessellatum, combinación de pequeñas piezas cúbicas de mármol de diferentes colores (tessellae), de un centímetro o poco más de tamaño; una variedad de éste último, el opus vermiculatum, empleaba piezas mucho más pequeñas y con formas muy variadas. En los mosaicos se representan motivos geométricos, animales, escenas de caza, temas mitológicos, circenses, o de la vida cotidiana. Así, el mosaico de las Palomas Capitolinas, o el de la batalla de Issos en Nápoles, o el del Sacrificio de Ifigenia en Ampurias.
Son numerosos los restos romanos que podemos encontrar repartidos por toda la geografía española. Por citar algunos: el acueducto de Segovia, el de Las Ferreras en Tarragona y el de los Milagros en Mérida; el puente deAlcántara sobre el Tajo, y el de Mérida sobre el Guadiana; los teatros de Mérida y Sagunto; los anfiteatros de Mérida, Itálica y Tarragona; el circo de Mérida; las termas de Alanje (Badajoz); el templo de Diana en Mérida; el arco de Bará en Tarragona y el de Medinaceli; la Torre de Hércules en La Coruña; las murallas de Lugo; monumentos funerarios como la Torre de los Escipiones en Tarragona; calzadas romanas como la de Talamanca del Jarama (Madrid). Complejos arqueológicos como los de Itálica (Sevilla) y Mérida muestran hermosos ejemplos de casas romanas donde los mosaicos brillan con luz propia. Igualmente hermosos son los mosaicos procedentes de villas romanas como los de la Olmeda y Quintanilla de la Cueza, ambas en la provincia de Palencia.
Los museos de Mérida, Tarragona, Sevilla, Arqueológico Nacional y el de barcelona poseen una buena cantidad de obras escultóricas: estatuas de divinidades, como Diana cazadora en el Museo de Sevilla, retratos imperiales, como los de Augusto o Trajano también en el Museo de Sevilla, estatuas togadas, algunas excelentes, como las de Mérida. Asimismo encontramos restos de pintura mural en la necrópolis de Carmona (Sevilla) y en el Ninfeo de Santa Eulalia de Bóveda (Lugo).
Es raro y difícil dar un paso por cualquier lugar de la geografía peninsular e insular sin abrir los ojos y reconocer en nuestro entorno las huellas de Roma.
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